Médico homeopático usa venenos para curar

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CHARAKAR, Afganistán.- Los centenares de pacientes que llegan a la clínica homeopática de Mohamad Sherzad en el norte de Afganistán se encuentran con un estanque de vidrio lleno de serpientes y otro con escorpiones.

Durante décadas, Sherzad ha estado extrayendo veneno de serpientes y escorpiones, mezclándolo con hierbas y usando los brebajes para tratar a personas con epilepsia y vitiligo, que causa despigmentación en la piel.

Las instalaciones médicas son tan escasas en esta empobrecida nación asiática que muchos afganos no pueden encontrar médicos - el país tiene un médico por cada 10.000 habitantes, de acuerdo con la ONU. Decenas de médicos homeopáticos como Sherzad son la alternativa.

Más de 1.800 pacientes están registrados en la clínica de Sherzad en Charakar, la capital de la provincia de Parwan. Los pacientes pagan un honorario inicial de unos 10 dólares y se van con diferentes cápsulas, polvos y otras formas de medicamentos homeopáticos que cuestan entre 20 y 30 dólares al mes.

Sherzad muestra orgullosamente a los visitantes un álbum de fotos de sus pacientes, antes y después de los tratamientos. Una muestra a una niña con manchas blancas en los pies. Otra, tomada más tarde, muestra a la niña sonriendo, con el color de la piel vuelto a la normalidad.

"Le agradezco a Dios hoy que esta enfermedad (vitiligo) puede ser curada en Afganistán", dijo Sherzad, que nunca estudió medicina, pero ha escrito más de 800 páginas sobre el cuerpo humano. "Hoy podemos decirle al mundo que podemos tratar esta enfermedad".

El doctor Qasim Sayedi, que dirige al departamento de salud en la provincia Parwan, muestra su escepticismo de que los tratamientos de Sherzad den resultado. El gobierno afgano no regula a los médicos homeopáticos, pero sí mantiene una supervisión informal. El departamento local de salud le ha pedido a Sherzad, un afgano que regresó de Irán, que provea documentos sobre su educación.

"Él no tenía documentos, excepto algunos videos y fotos de Irán en les que se le ve con serpientes y escorpiones", dijo Sayedi, que agregó que le está dando a Sherzad suficiente tiempo para obtener los documentos apropiados y que éste prometió hacer todos los trámites legales para una licencia.

Sherzad dijo que las experiencias de sus pacientes son evidencia de su éxito.

Nelofer, una mujer de 21 años, hizo un viaje de casi dos horas en avión desde Herat, en el occidente afgano, a la provincia de Parwan para visitar a Sherzad. Dijo que ella había estado sufriendo durante nueve años de vitiligo.

"Soy despreciada porque tengo manchas blancas en las manos", dijo Nelofer, que afirma que ha visto a 20 expertos en piel en Afganistán y Pakistán.

Nelofer dice que con los años las manchas en las manos crecieron y que ahora tiene manchas en los pies. La mujer odia aparecer en público por temor a ser aislada por otros.

"Eso me molesta más que ninguna otra cosa, que nadie quiere comer en la misma mesa que yo", dijo Nelofer, llorando.

Por contraste, Nazira, una madre de 34 años lloraba de alegría al decir que su hija de 9 años, que sufrió de vitiligo durante mucho tiempo, estaba mejorando cada vez más desde que vio a Sherzad en los últimos meses. Dice que su hija Kawsar, no se siente más aislada de otros niños y juega con sus compañeros de aula en la escuela.

"Yo vi al doctor inicialmente en un programa de televisión", dijo Nazira. "Me asombró su trabajo. Ahora, mi hija está bajo su tratamiento".

Dice que ella había llevado a su hija a 10 especialistas, pero solamente recibió una respuesta: No podían hacer nada.

Extraer el veneno de serpientes y escorpiones es una tarea delicada y peligrosa, pero habiéndolo hecho por más de tres decenios, Sherzad le tiene cariño a sus criaturas.

"Yo las quiero y por eso las cuido", dijo Sherzad, con una serpiente gris enroscada en su mano.

Sherzad extiende una serpiente en su regazo y extrae el veneno de sus colmillos. Además, usa una jeringa para extraer el veneno de la punta de la cola de los escorpiones. Seguidamente, procesa el veneno, elimina las sustancias potencialmente tóxicas y mezcla el resto con hierbas halladas en las montañas.

Uno de sus pacientes, Mohamad Shafiq, de 11 años, comenzó a sufrir ataques tipo epiléptico tras caerse del techo de una casa. El niño vio a numerosos médicos y tomó varios medicamentos. Aún así, su condición no mejoró. Hendricks sufría cinco o seis ataques al día. Su madre, Sharifa Ahamdi, dijo que tras estar bajo el cuidado de Sherzad por dos semanas, la "vida cambió" para su hijo. Pudo caminar y hablar mejor y comer por sí mismo.

"Esa fue una buena señal de que sus condiciones estaban mejorando", dijo la madre de Shafiq, que estaba en la oficina de Sherzad para recoger el medicamento de los próximos meses. "Usted hizo cambiar nuestras vidas al tratar a mi hijo".

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