¿El hogar más solitario del mundo? Una vivienda encaramada en lo alto de un molino de viento gigante en alta mar
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Pocas profesiones han despertado tantos anhelos de libertad y aislamiento como las de farero.
Este trabajo fue extinguiéndose a finales del siglo pasado, y los
últimos en desempeñarlo fueron recolocados en tierra por el Instituto
Nacional de Meteorología, en España. Sin embargo, la sensación de
soledad extrema del faro debe palidecer al compararla con esta vivienda
de lujo ubicada en lo alto de un molino de viento en alta mar, un
proyecto-ficción del gabinete búlgaro Morpho Code: en alta mar no existe un brazo de tierra por el que huir de la soledad.
El
que puede considerarse uno de los hogares más solitarios del mundo es
un ejercicio de estilo, aunque está basado en una proyección real:
hacia 2030 se calcula que 300.000 trabajadores se encargarán del mantenimiento y la instalación de los miles de molinos que
serán instalados en los océanos para suplir la declinante oferta de
combustibles fósiles y, eventualmente, mantener el nivel de vida
material de los habitantes de los países prósperos. Según la Agencia
Europea de Medio Ambiente (EEA) la energía eólica multiplicará por 30 o 40 veces su aportación a la cesta energética del continente, y será 100 veces mayor que en la actualidad en 2030.
Pero
no sólo se multiplicarán exponencialmente el número de molinos, sino
que éstos también crecerán de tamaño. La mayor turbina eólica del
mundo, Enercon 126, tiene un diámetro de 135 metros y tiene una capacidad de generación eléctrica de 7,5 MW.
A partir de estos datos, los futuristas diseñadores de Morpho Code concluyen
que “a medida que las turbinas eólicas aumentan de tamaño, la necesidad
de control especializado es cada vez más importante”. Una granja eólica
del futuro en alta mar podría consistir en varios cientos de turbinas individuales repartidas en una gran superficie acuática.
En esta inusual y aislada ubicación tendría cabida el llamado Wind Turbine Loft (apartamento
de turbina eólica), una vivienda encaramada a lo alto de un mástil que
“serviría de refugio al grupo de técnicos encargados del buen
funcionamiento de la turbina”, explica el proyecto.
Las
recreaciones tridimensionales de la vivienda imaginada muestran
espacios diáfanos y asépticos, mares en calma y unas sombras, los
habitantes, que tratan de pasar el rato en un lugar que recuerda más a
una plataforma petrolífera o a la Estación Espacial Internacional que al loft neoyorkino que tratan de emular.
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