Verdades sobre la mala suerte: los paraguas

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En estos día lluviosos todos cargamos un paraguas con nosotros, pero hay quienes se escandalizan si llegamos a abrirlo en un sitio cerrado o apoyarlo en una mesa, pero ¿sabemos de donde viene este curioso temor?


Estamos llenos de supersticiones y una de ellas, es la de no abrir el paraguas o sombrilla dentro de casa, bajo un techado, o en un recinto cerrado y tampoco en el vestíbulo o porche, aunque no vivamos en este sitio, si lo hacemos estamos invocando a dioses malignos y la luz eterna de los moribundos.

Se dice que abrirlos es dar paso a nuestra mala suerte, esto ya en la antigüedad o mejor dicho en el siglo XVII, que fue cuando se introdujo de oriente los paraguas en Europa ya se incorporaron con algunas de estas supersticiones.

Su simbología procede de los parasoles orientales, símbolos de la realeza que dimana de la divinidad, y del palio. Desde ese ángulo, se interpretaba que usurpar la condición divina por medio del uso del paraguas o la sombrilla e interrumpir el itinerario del reino de la luz (el sol) contribuía a desairar a los dioses y sólo se permitía que, excepcionalmente, sustituyera al recinto personal de cobijo y protección (la casa) en las salidas al exterior.
Así, el abrir el paraguas en casa constituye una doble provocación: por un lado, a la dignidad de los dioses, y por otro, al libre curso del reino de la luz.

Otra interpretación más racionalista pretende que esta superstición fue creada de forma artificial, en los orígenes de la implantación del paraguas en Europa, con el fin de evitar los posibles accidentes que los primeros y desprevenidos usuarios del armatoste provocaban al intentar abrir las primeras varillas, que eran metálicas.

Otra superstición en torno al paraguas dice que girándolo muchas veces dando vueltas en si mismo, se espanta a la suerte; tampoco se puede poner encima de la cama o de una mesa porque trae desgracias, puede desencadenar alguna muerte cercana o adelantar la de un enfermo, hay que ponerlos en los paragüeros un objeto creado expresamente para ello.

Si el paraguas se nos cae, anuncia una decepción en el plano amoroso o de los negocios. En este caso, ha de ser siempre otra persona la que lo recoja del suelo para, de este modo, evitar el riesgo.

Pero sin embargo no todo es tan malo alrededor de los paraguas, se dice que si a alguien se le olvida en un lugar extraño o lo pierde, significa que le esperan agradables sorpresas.

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