
En los mercados locales siempre te puedes llevar una sorpresa, como por
ejemplo la que le tocó vivir a un pobre hombre que solo quería comprar
un
helado de vainilla. Le tocó soportar las
bromas del vendedor durante más de un minuto. Le costó lo suyo llevárselo, y no lo digo por el dinero que tuvo que pagar…
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