Combaten la infección intestinal crónica con "caca"

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Una superbacteria conocida como c-diff causa una diarrea discapacitante en algunas personas y ni los antibióticos más fuertes y caros pueden detenerla.

Por ello, un pequeño número de doctores ha comenzado a probar un tratamiento de último recurso: usar bacterias benéficas para combatir a las dañinas al trasplantar heces de una persona sana al colon de una enferma.

Los reportes de varias decenas de casos en una revista médica y en una reunión de gastroenterólogos de Estados Unidos de este año sugieren que las personas que han sufrido una infección de Clostridium difficile durante meses pueden mejorar rápidamente.

"Es el probiótico extremo", dijo el doctor Lawrence Brandt, del Centro Médico Montefiore, de Nueva York, quien ha realizado 17 de tales trasplantes.

Un vecindario completo de bacterias se muda con el trasplante, casi como un trasplante de órgano pero sin necesidad de los medicamentos inhibidores de rechazo, dijo el doctor Alexander Khoruts, de la Universidad de Minnesota.

El médico tomó la huella genética de las bacterias intestinales de una mujer demacrada luego de ocho meses de infección por c-diff. No sólo desapareció la diarrea después de un trasplante fecal, sino que las bacterias normales comenzaron a repoblar su intestino.

Los pacientes que padecen las peores infecciones con c-diff reciben dosis cada vez más fuertes del antibiótico vancomicina durante semanas o meses.

Pero como los antibióticos también matan gérmenes benéficos, la c-diff puede rebrotar en un colon carente de los cientos de especies de bacterias que deben vivir ahí.

Los trasplantes fecales no son nuevos; el primero del que se tiene noticia data de 1958. Pero una tercera parte de los 170 casos reportados desde entonces se publicaron este año, lo que sugiere un creciente interés ante el agravamiento del problema de la c-diff, dijo Brandt.

Una nota aclaratoria: los trasplantes fecales no se han estudiado de la manera como la ciencia exige demostrar que funcionan; es decir, comparando a pacientes similares con diferentes tratamientos, y los doctores que los realizan concuerdan en que se requiere una investigación más rigurosa. Brandt planea un estudio piloto.

No existe un método estandarizado para trasplantar heces. Brandt insiste en realizar una serie de exámenes para asegurarse de que el donante no tiene enfermedades como hepatitis o VIH, ni parásitos intestinales. Luego, el donador, por lo general un familiar cercano, lleva una muestra fecal que Brandt licúa e introduce en el colon del paciente durante una colonoscopia.

Una de las pacientes de Brandt sufrió de brotes recurrentes de c-diff por 18 meses antes de hallar esta opción.

"Comienzas a sentirte como un leproso", dijo Ruth, una mujer neoyorquina que solicitó que no se mencionara su apellido. Desde que recibió el trasplante fecal hace dos años, dice que se ha sentido bien. "No he tomado más antibióticos", aseveró.

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